Los cuatro nos mirábamos como si ya hubiéramos probado

Fuimos a su casa porque la noche ya no daba para más.
Una pareja amiga suya.
Yo iba con mi vato.
Ellos dos: intensos, sexys y con esa vibra de que todo es posible… si tú también quieres.

Él nos sirvió mezcal.
Ella trajo hielos con las manos.
Nos sentamos en la sala: ellos en un sillón, nosotros en otro.
Frente a frente.
Pero los ojos cruzados.

El primer fuego fue visual.
Ella me miraba como si ya supiera cómo me río cuando me da pena.
Yo me dejaba ver.
Mi falda era corta.
Sus piernas, más largas.
Su mirada, sin freno.

El segundo fuego fue físico.
Los hombres hablaban de música, pero todos sabíamos que nadie estaba poniendo atención.
Ella se inclinó sobre mí y me dijo:
— “Traigo un tatuaje nuevo… y según yo se ve cuando me agacho.”

Se volteó.
Se agachó un poco más de lo normal.
Y sí, se veía.
En la parte baja de la espalda.
Me dijo:
— “¿Tú qué opinas, se nota?”
Le respondí con la mano, no con palabras.
Deslicé los dedos por el contorno.
Ella se quedó quieta.
Solo sonrió.

Después jugamos a adivinar sabores de shots con los ojos vendados.
Ella me vendó a mí.
Él se acercó a darme uno directo en la boca.
Sentí sus dedos en mi barbilla.
Mi novio me rozaba el muslo con una risa de nervios.
Yo no decía nada. Solo tragaba.

Luego nos pusimos a ver quién sabía bailar mejor.
Las parejas mezcladas.
Ella bailó con mi novio.
Yo con el de ella.
Y aunque no fue nada explícito…
sus manos bajaron más de lo que ameritaba la cumbia.

Cuando ya estábamos otra vez sentados, los cuatro más cerca, la plática ya era otra.
Nos hablábamos bajito.
Ella y yo, más juntas.
Nuestros novios, medio sonriendo, medio tensos.
Como si supieran que algo se movía… y no podían frenarlo.

No pasó nada… todavía.
Pero nos despedimos con los labios cerca.
Y los mensajes del día siguiente fueron más directos que las miradas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿Quieres un poco más de esto?

A ver si una de estas te suena…

Aquí tenemos historias para todos los gustos