Bailamos sin hablar… y luego brindamos como si nada

Fui con una amiga a una terraza de esas donde siempre suena algo rico. Ella se fue temprano y me quedé sola con mi trago y la música sonando suave.

De pronto pusieron una cumbia sabrosona y, no sé qué me pasó, pero me paré a bailar sola.

En la mesa de enfrente, un chavo me miraba. No en plan intenso, más bien como si le diera risa que me valiera.
Empezó a moverse también, desde su lugar.
Me le quedé viendo, y él me hizo cara de: “¿ya ves lo que provocas?”

Seguimos así como dos canciones. Cada quien en su espacio, sin hablar. Solo bailando con miradas.
Al final, levantó su vaso y me brindó desde lejos.
Le brindé también. No cruzamos palabra.
Pero siento que si lo vuelvo a ver, ya no seríamos extraños.

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